Además de "las películas más taquilleras de toda la historia del cine en México", en este bonito país existen otro tipo de producciones que no se enfrascan en los rostros que ya conocemos de la pantalla chica, y que, a través de esta, usándola de plataforma, se lanzan como lo mejor que le ha pasado al cine desde la época de Oro.
No quiero referirme demasiado al tema del más reciente trabajo de Eugenio Derbez, no he visto su película "No se aceptan devoluciones" ni planeo verla pronto. A quien le haya gustado, pues que bueno, me da gusto, pero preferiría ver algo de Hector Suárez, o ya de perdida de Michel Franco (director de "Después de Lucía", que debo decir fue una largometraje que respondió a la moda del tema del Bullying); filmes que me aporten algo, que representen la inteligencia, más que el humor, del colectivo nacional.
A lo mejor por eso nadie nos toma en serio, porque muchas de las películas que supuestamente son las más exitosas en este país, son precisamente aquellas cuyo contenido esta encaminado hacía la risa, la broma, el albur, etc.
Pero ahora me gustaría presentarles un documental sobre un hombre, casi un héroe, que pretendía matar ni más ni menos que al presidente de la República del mandato que duró de 1964 a 1970, y a quien se le responsabiliza por la matanza del 2 de Octubre, en la Plaza de las Tres Culturas, allá en Tlatelolco. Bajo el nombre de "El Paciente Interno", conoceremos a Carlos Castañeda, un sobreviviente del sistema, y a quien podemos encontrar el día de hoy pidiendo limosna en la calle. Todo bajo la dirección de Alejandro Solar Luna.
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